lunes, 29 de octubre de 2007

EL SEXTEO

Todos los días ,de la mañana a la tarde, la Sexta Avenida, fue el lugar en donde crecimos, transcurrió la niñez, nos enamoramos , y llegó de sopetón la edad de votar y ser ciudadanos.
Comenzaba el paso empezando por un lustre en Parque Centenario. En la época que nos compraron nuestro primer Reloj Oris. La equina de la 9ª. calle tenía un gigantesco reloj al cual acudíamos para sincronizar la hora, mucho más exacta que los relojes de la Catedral..

Cuando las procesiones de Semana Santa pasaban por el centro, la Sexta era el centro de atención para sentir el sabor semanasantero. Las iglesias desde San Sebastián, La Catedral, Santa Clara, San Francisco, y para terminar El Calvario, hacían las delicias de quienes amábamos las tradiciones de la Ciudad.

Obligado era ir los sábados y domingos a los Cines Capitol y Palace, para ver películas en Español. Si queríamos ver un buen estreno en Inglés subtitulado al español, buscábamos la programación del Cine Lux, edificación Art Deco, de singular belleza.

La Sexta se vestía de gala en las fiestas patrias. Lograba su apoteosis el 15 de septiembre .Desde las ocho horas comenzaba el desfile partiendo de la 6ª. Calle y 7ª. Avenida. La marcha seguía el protocolo
haciendo el saludo uno frente al palco presidencial de nuestro actual palacio de la Cultura, luego al Presidente de Turno, empezando la Compañía de Caballeros Cadetes de la Escuela Politécnica y más tarde los Colegios de Señoritas, seguido de los Colegios mixtos en orden alfabético.
La sexta Avenida fue el escenario de los movimientos revolucionarios del veinte de octubre de mil novecientos cuarenta y cuatro. Sobre sus calles circularon los miembros del Frente popular Libertador. Ellos lucharon ante la tiranía del General jorge Ubico, quien en años anteriores, marchaba sobre su corcel en las fiestas por su cumpleaños o en desfiles militares.
De ese legado ubiquista, nos ha quedado el Palacio Nacional , y el edificio de la Policía Nacional, eternos guardianes del orden institucional y de la seguridad pública. Imponentes, se erigen como pilares del paisaje urbano generando un movimiento arquitectónico propio y bello.

La época de sextear, llegó casi imperceptiblemente. Era una práctica común desfilar desde la dieciocho calle, hasta la sexta. A veces cuando habían actividades se podía llegar hasta la primera calle, donde ahora se encuentra el Tribunal Electoral, antigua casa de la familia Yurrita. Un Palacio de ladrillo rojo con opulencia pero buen gusto, en la línea divisoria de la zona uno y la zona dos capitalina.

Los años desde las década de Mil Novecientos cuarenta hasta los años de la década de Mil Novecientos Setenta, fueron los años dorados del sextéo. Uno empezaba desde la Empresa Eléctrica a caminar e iba pasando frente a sus ojos los más bellos objetos importados. Las botas “New York” eran las delicias de todo Cowboy. A veces del Hotel Pan American, salían los gringos presurosos para comprarse un par en los diseños más preciosos que el cuero nacional permitía.

No había violencia . Las únicas ventas permitidas eran las de los chicleros de las esquinas y los vendedores ambulantes de periódicos. Los letreros de Neón en las cornisas de los edificios daban un aire cosmopolita a la señorial avenida. Los paseantes dedicados a vitrinear, soñaban con los objetos expuestos, buscando el indicado que valiera los ahorros del mes .

Los amigos caminábamos en una acera hasta llegar a la dieciocho calle. Al llegar a esa primera meta, regresábamos por la otra acera. De nuevo caminábamos hasta el inicio de nuestras ilusiones por ver alguna damisela de colegio , muchachas coquetas o tímidas, en sus atuendos domingueros caminando femeninas y recatadas por la hermosa vía.

¡Los almacenes, tributos del buen gusto y la calidad! En “El Cairo” las novias vestían las mas bellas telas . Entraban como unas sencillas jóvenes al borde de la adolescencia. La “Foto Anckerman”, El “Canche Serra” y la “Foto Gutt” dejaban testimonio de su belleza en las fotografías de boda.

La Casa de Las Medias, vendía las mejores medias de seda y artículos para las damas de todas las edades . Cuando las mamás querían festejar a sus chiquillos era obligado visitar La Juguetería de Chicos y Grandes “la Alegría”.

En la Casa de los Abrigos vendían trajes y abrigos de diseños y telas europeos. Había un Supermercado que se llamaba “la Sevillana” y una venta de abarrotes de los hermanos Luján enfrente de la Iglesia Santa Clara.

Unos metros al Sur del parque Gómez Carrillo ,de diseño francés e italiano, se encontraba la Zapatería Herrera. Allí se compraban joyas de zapatos Bostonianos y Diplomáticos, duraderos y muy bien confeccionados. A la par ,estaba la venta de puros y habanos de Riera, para el gusto mas exigente en cuanto a cigarros y puros., quisiera.

Si tu deseo era adquirir ropa de caballeros, sombreros italianos y americanos, necesitabas una parada obligatoria en Almacén Embajador, en donde el “Cliente es un Amigo”. En el sótano de dicho almacén se comía buena comida italiana ,así como se escuchaba música para disfrutar una tarde alegre.
En las épocas de poco dinero un vaso de cerveza y una mixta de la Frankfurt, calmaban hasta el mas exigente gusto.
Cási es una recordación mágica los chao mein del Fu lu Sho. Costaban al final de los años de Mil Novecientos Sesenta, menos de un Quetzal y su rivalidad con el restaurante Cantón en donde también vendían peces de colores, fue tradicional.
El Jardín Italia, era un billar en donde se jugaba hasta altas horas de la noche. Podía acercarse algún jugador que sin apariencia de experto, desvalijaba a quien se atreviera a desafiarlo en una hora de juego.
En La Sexta Avenida, empezó la profusión de edificios de apartamentos, como el Pasaje Rubio, el edificio Engel, y edificios institucionales como el desparecido Edificio Pan American, ahora con otro nombre.

Vivir en la Sexta Avenida, y pasear por ella además de una sana práctica, fue una cultura de convivencia. Aquí, los capitalinos encontramos un lugar donde el aburrimiento y la apatía desaparecían para dar paso a la alegría de vivir ,compartir y experimentar.

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